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domingo, 12 de octubre de 2014

Al fin

¡Al fin adviertes la locura de tu ambición! Enajenada ya de su metafísico anhelo, tu poética no es, en el fondo, sino un caos musical: y ese caos te duele. Sí, un llamado al orden, que sin duda viene de tu sangre. Te será preciso buscar la cifra que sabe construir el orden: contra lo que afirman tus partidarios, no es la tierra innúmera quien te dará ese guarismo creador: bien sabes que la tierra, lejos de darlo, recibe su número del hombre, porque el hombre es la verdadera forma de la tierra. Y es en tu sangre donde buscarás aquella medida, la que trajeron los tuyos del otro lado del mar: necesitas readquirir ese número; y para ello es menester que lo veas encarnado en la obra de tu estirpe, allende las grandes aguas. Es así como la exaltación del viaje se adueña de tu ser. / Leopoldo Marechal. Adán Buenosayres.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Infantilidad

El camino comienza en el país de la infancia, es decir, en la época en que la conciencia racional del presente no se había separado aún del alma histórica, del inconsciente colectivo. Si bien la separación es inevitable, no determina, empero, un alejamiento tal de esa psique crepuscular de los tiempos primitivos que suponga una pérdida absoluta del instinto. La consecuencia es una falta de instinto, y por ende una desorientación en la situación general del hombre. La separación tiene asimismo como consecuencia que el “país de la infancia” permanezca definitivamente infantil y constituya por ello una fuente permanente de impulsos e inclinaciones infantiles... Como consecuencia de esto, la conciencia se ve completamente invadida de infantilismo, o bien tiene que defenderse permanentemente de éste, aunque sin resultado, con senil cinismo o con amarga resignación. De manera que se impone admitir que la actitud racional de la conciencia del presente, a pesar de sus innegables éxitos, tiene una acomodación, respecto de muchos aspectos humanos, impropia, infantil, que la hace contraria a la vida. Infantil no es solamente aquel que continúa siendo niño durante demasiado tiempo, sino también quien se separa de la infancia y piensa que lo que no ve ya no existe. / C.C. Jung. Psicología y alquimia.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Memoria poética de amor

Parece como si existiera en el cerebro una región totalmente específica, que podría denominarse "memoria poética", y que registrara aquello que nos ha conmovido, encantado, que ha hecho hermosa nuestra vida. La chica hablaba de la tormenta, sonreía al recordarla y él la miraba asombrado y casi sentía vergüenza: ella había vivido algo hermoso junto a él y él no lo había vivido con ella. El doble modo en que la memoria de los dos había reaccionado ante la tormenta nocturna contenía toda la diferencia que hay entre el amor y el no-amor. Al emplear la palabra no-amor, no quiero decir que tuviera una relación cínica con esa chica ni que sólo la reconociese como objeto sexual, por el contrario, la apreciaba como amiga, estimaba su carácter, estaba dispuesto a echarle una mano siempre que lo necesitase. No fue él quien se comportó mal con ella, la que se comportó mal fue su memoria que, por su cuenta y sin la intervención de él, la expulsó de la esfera del amor. Desde que conoció a Teresa ninguna mujer tenía derecho a imprimir en esa parte del cerebro ni la más fugaz de las huellas. Teresa ocupaba despóticamente su memoria poética y había barrido de ella las huellas de las demás chicas. / La insoportable levedad del ser. Milán Kundera.