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sábado, 15 de febrero de 2014

Siendo aire


Al camino, manejando en la ruta de la noche. Andaré en puntas de pie para no despertarme el alma en días como el de ayer, tanto ruido. Al mar, sin la carga de la angustia y su enfermizo aprecio anaranjado. Y volaré, además. Tantos cuándo, los porqué. Cosecharé mis campos. Seré la mismísima dirección. Pensaré como si fuera un paisaje, o aire. Seré guía, cansancio descansando, un sino. Mis cuestiones. Esperándome durante todo un tiempo oscurecido, con un sol entre las manos, con raíces, con heridas. A encontrarme. A mí. Adentro mío.
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MabelBe

miércoles, 12 de febrero de 2014

Nach der ersten Liebe

“En griego, «regreso» se dice nostos. Algos significa “sufrimiento”. La nostalgia es, pues, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. La mayoría de los europeos puede emplear para esta noción fundamental una palabra de origen griego (nostalgia) y, además, otras palabras con raíces en la lengua nacional: en español decimos “añoranza”; en portugués, saudade. En cada lengua estas palabras poseen un matiz semántico distinto. Con frecuencia tan sólo significan la tristeza causada por la imposibilidad de regresar a la propia tierra. Morriña del terruño. Morriña del hogar. En inglés sería homesickness, o en alemán Heimweh, o en holandés heimwee. Pero es una reducción espacial de esa gran noción. El islandés, una de las lenguas europeas más antiguas, distingue claramente dos términos: söknudur: nostalgia en su sentido general; y heimfra: morriña del terruño. Los checos, al lado de la palabra “nostalgia” tomada del griego, tienen para la misma noción su propio sustantivo: stesk, y su propio verbo; una de las frases de amor checas más conmovedoras es styska se mi po tobe: “te añoro; ya no puedo soportar el dolor de tu ausencia”. En español, “añoranza” proviene del verbo “añorar”, que proviene a su vez del catalán enyorar, derivado del verbo latino ignorare (ignorar, no saber de algo). A la luz de esta etimología, la nostalgia se nos revela como el dolor de la ignorancia. Estás lejos, y no sé qué es de ti. Mi país queda lejos, y no sé qué ocurre en él. Algunas lenguas tienen alguna dificultad con la añoranza: los franceses sólo pueden expresarla mediante la palabra de origen griego (nostalgie) y no tienen verbo; pueden decir: je m?ennuie de toi (equivalente a «te echo de menos» o “en falta”), pero esta expresión es endeble, fría, en todo caso demasiado leve para un sentimiento tan grave. Los alemanes emplean pocas veces la palabra “nostalgia” en su forma griega y prefieren decir Sehnsucht: deseo de lo que está ausente; pero Sehnsucht puede aludir tanto a lo que fue como a lo que nunca ha sido (una nueva aventura), por lo que no implica necesariamente la idea de un nostos; para incluir en la Sehnsucht la obsesión del regreso, habría que añadir un complemento: Senhsucht nach der Vergangenheit, nach der verlorenen Kindheit, o nach der ersten Liebe (deseo del pasado, de la infancia perdida o del primer amor)". / Milan Kundera.

lunes, 27 de enero de 2014

Valoraciones



No interpretemos lo que no escuchamos. Es presencia irreal. Como la sospecha y los celos, que sacan lo limpio del alma y hacen buscar en lo que amanece ya deshecho. Hay que escuchar al sentimiento para que sanen sus heridas. Seamos verdad, dilucidemos. A ver qué tanto es lo que falta para ser feliz.
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MabelBE

martes, 31 de diciembre de 2013

Ebelina 58


Ebelina también ha dormitado la orden de escribirse.
Y ha angustiado la orden de enviar.
Sobre el riesgo del fin, en el aprender, espera
el movimiento suave que desate el ancla.
Como la gran mayoría, suelo llamar en silencio al monstruo
con absurdas repeticiones.
Y como siempre, el monstruo riega con muerte
a las Hadas del jardín
mediante el relato de las vivencias
de los pequeños hombres y mujeres de los Trece.
Ella teme que, al preguntarse si sobró especulación,
la respuesta desangre su luna
(pero al monstruo lo mató).
Ebelina ya puede acariciar el poema más preciado, el que no profiere reproches. Y yo captar mis primeras atenciones, aleluya hermano a semejante incomodidad.


® Mabel Bellante, 1995