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domingo, 9 de octubre de 2022

F.- El ente que siempre está

La mirada, en la parte de abajo del tapial del patio, a la altura del zócalo, es la línea imaginaria que separa la pared salpicada por la tierra mojada del día o los días anteriores y el resto pintado de blanco. Es la ropa colgada la que el viento revuelve en el frío del atardecer, que a la vez alborota el pelo y hace cerrar los ojos. Soy una bruja, el paso de los días me declara inapetente, pero me siento a merced de la gente. Me siento impotente. Tender la ropa, con las sombras que refrescan la noche cayendo sobre tantas cosas purifica la escena. Soy una bruja. El viejo lavarropas, testigo de lágrimas en el lavadero, las impregna en camisas, pantalones, vestidos y camperas que nunca parecen totalmente limpixs. La brisa que gira en el patio le da movimiento hosco a la mirada porque en este sitio, a esa hora, nada fluye. Soy una bruja a merced de la gente, esto soy y esto doy. Me aburren los vicios, por eso los venzo, pero me siento impotente, a merced de la gente. Puedo decir, incluso y solamente, que de la ropa viscosa cuelga una específica angustia de pájaros que se arrastran, derribados por la espalda uno por uno, uno por uno. Al costado, atrás, desapercibida, soy la testigo del lavarropas, a la vez testigo del desvío de la atención de la mirada del principio, que ya no está, la que no mira el suelo, que ya no está. 

El ente que siempre está aparte, y siempre presente/ MabelBE

A.- El ente que siempre está aparte, y siempre presente

A mi poesía desordenada, un día llegó un vampiro al que todavía hoy trato de convertir en ángel cada vez que el amor se acomoda a su azul sinuosidad, y dejo que se bañe en mí. Bueno, bueno, no es para tanto, dice la voz repetida de mi poesía desordenada, que está tirada en el pasto verde, con el sol rebotando en las rodillas. Que no hay final y que no le importa mi tristeza. El tiempo le pide permiso y como siempre obediente de misión obsoleta, se apura a contestar que sí. La muy bruta. Quiero cachetearle el brazo. A ver si ésto cambia alguna vez, pienso suavemente o locamente, cada vez que la situación se me escapa por una azotea estrellada o se filtra en mis propios embustes. Fue un impacto el primer verso. Al terminar el segundo seguí en su ritmo de silla o de guirnalda entre crueles renovaciones de hipótesis. Afín a los tiempos, se ha vuelto suplente de sí misma como una bacteria que creció en la sorpresa de verse crecer y su redundancia se perdió en un punto de vista cualquiera justo cuando la lluvia venía con la palabra necesaria. 

El ente que siempre está aparte, y siempre presente / MabelBE

   

D.- El ente que siempre está presente

Hace poco entró en mí una sensación de vida aceptada. Agradecer la totalidad y a caminar bajo los árboles con amor. Antes vivía más gris, tengo 58 ¡pero qué menos parecés, estás genial!, quiero estar así a tu edad. Me levanto a la mañana repleta de enseñanzas en este tiempo de simpáticas alertas respetuosas en cada maldita crisis repetida. A veces me emociono. Que la felicidad se sienta en la selva del corazón, a descansar, me repite esta naturaleza, que despida al miedo así puedo pasear sin tiempo o planear algo adentro de esta mente desconocida, que me fastidia un poco a decir verdad. 

El ente que siempre está aparte, y siempre presente/ MabelBE

 

sábado, 8 de octubre de 2022

No nos perdimos de nada


Por más que parezca cualquier otra cosa, sólo estoy midiendo el alcance de mis propios límites, la forma del poder, esa capacidad de regeneración y de acción sobre la que tanto había escuchado, y comparo. Y cuando digo "venganza", no hablo de un estilo para herir, sino que busco resarcir de tantos ahogos vaciados a mi alma asustada por los hechos, con el círculo refrescante, campana de un olvido a todo. El hombre de la mañana me deja hacer y espera.
Y es este mismo círculo el que me permite sopesar alcances, miserias, reconstrucciones y fortalezas, disminuidos niveles de autoestima, agujeros defensivos de mis partes tristes a la deriva, el maldito inconocimiento. 
A la vez, me regala un rato donde la situación se me antoja, y también camina en mis caprichos, el hombre.
Se me multiplican los sentidos. Las piezas vuelven a ocupar los espacios que corresponden a los ojos que miran con una misma forma de mirada. Todo extraño por nuevo, y por momentos no lo puedo creer. Más extraño cuando la fuerza de la suavidad borra esa dureza que durante años venía cargando el aire.
-No nos perdimos de nada, Mabel, ni siquiera de los límites, ni siquiera de la venganza, me sonríe el hombre que transporta la mañana, con un ramo de flores coloridas en la mano.


MabelBe

viernes, 7 de octubre de 2022

La pájara de los pichones

La pájara empuja pichones del árbol
para que vuelen
la experiencia
y la cercanía parietal
de las últimas instancias del bardo 
transformador.
Los pichones planean lo que el mundo obliga.
..............La pájara espera risas libres, sorpresas
..............incontenibles, estilos de la infancia.
..............Espera ser recordada. Sabe
..............que pueden caerse. Pueden
..............carecer del cuidado
..............entre las lianas vitales
..............y la nada. Y sabe
..............que no puede hacer otra cosa
..............más que irse a dormir entre mecanismos literarios, únicos
..............acompañantes, antiguos salvadores del vacío que estableció
..............esta nueva norma
..............a fuerza de honestidad obligada.
............................Los pichones planean lo que el mundo obliga
............................y aún no aprenden a recordar.

...............................                                                                    MabelBE

miércoles, 5 de octubre de 2022

La Juanita, el amuleto


Una piedra tirada en una vereda cualquiera
se tropezó con mi sandalia
un sábado de verano de compras y mandados.
Sangró apenas el tercer dedo del pie izquierdo
en la porción anecdótica de una mañana de tantas.
Me agaché con alcohol en gel a limpiar la herida.
Cuando volví a mis cosas
la piedra, grisácea y pulida, casi suave
apareció en la palma de mi mano.
Creo que sola saltó adentro de la cartera
porque ahí estaba 
cuando busqué la billetera para pagar en el mercado.
A la noche volví a verla al lado del perfume de la semana
y luego en el bolsillo de las llaves.
Al otro día estaba sobre la repisa de la cocina.
Paseó desde entonces
por la alacena y la heladera, de la cama de Toni
a la bañera, por varios libros y etcétera.
Durante algunas tardes
un brillo azulado, exótico y grave
le nace en un costado.
A veces su sombra dibuja flores en la ventana.
Me la imagino aventurera, alocada en el mar
o volando profundo sus muchos años. 
Yo soy otra cosa.

                                                                                      MabelBE





martes, 4 de octubre de 2022

A instancias


¿Te gustan mis besos? insiste 1, tan cerca de la cara que asedia.
2 asiente con la cabeza, en espera de que venga un momento de calma. Al rato busca una excusa para alejarse.
¿No te gustan mis besos? es la pregunta del próximo encuentro, añade que su piel es suave. A 2 le suena a usado. No me están gustando mucho tus besos, contesta esta vez. Omite que en parte es personal, que hasta el momento no encontró labios cuyos besos le gustaran mucho. Espera que 1 le pregunte por qué, pero 1 no prestará atención a su ensimismada sinceridad y nada nacerá. Así se aburre, no apura ni mantiene.
Cosa rara, instarse mientras se espera al asombro.

MabelBE