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domingo, 16 de noviembre de 2025

Camino komorebi

Un día vi el momento exacto en que una mujer entendía que su interior era un árbol desparejo, con raíces que avanzaban sin permiso y una copa que no sabía todavía cómo sostener el viento. La miré justo cuando descubría que ignoraba sus porqués; su expresión de sorpresa me desarmó. Pensaba en lo que debía estar sintiendo y, mirándola, me disolví.

Durante años creí encontrarme, hasta que el poder del mundo, con su red prolija de fabricar subjetividades, volvía a capturarme. Sin apuro, sin pausa, dejé que la vida pasara como pasan los días cuando una no mira: sin advertir el primer brote, sin registrar la última hoja.

En este tiempo, la intuición, mi compañera —ese fresno, ese ciruelo— fue levantando las partes de mí que habían quedado quietas. Sigo avanzando, incluso cuando el viento me arroja contra puertas, paredes o ventanas. Estoy en contacto directo con mi devenir. Y aún conservo aquella doble sorpresa: la de ella al comprenderse por primera vez, y la mía al descubrir que ambas éramos una sola revelación. / MabelBe.


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sábado, 1 de noviembre de 2025

Nostalgia y melancolía

Bautismo de la memoria, de cuando fui el hipocentro 
hacia una música leve, gastada en la posibilidad 
que borra hasta los encantos, y llega a esta realidad 
liberada en los retratos. 

Alma que sale al encuentro, pellizca asuntos eternos 
por siempre desconocidos, inmersa en la ambigüedad. 
Mi azul -espalda de hiedras- deja atrás los malos golpes. 
El afuera del perfume 
me dice que nada muere si el pecho no se consume. 

Mi suerte fui yo, en semilla, 
desde que no oigo sonidos argumentando presentes. 
Brote nacido entre piedras que hoy es armazón sensible, 
umbral donde lo invisible 
refleja un ritmo latente. 

La experiencia del vacío que envolvió mi corazón 
con su prisma de saber reflejando lo que ignora, 
ya no es más, 
se descompone en el tiempo, 
desde que no me reclino interminable en mí misma, 
desde que ya no confundo nostalgia y melancolía. 


 MabelBE

lunes, 20 de octubre de 2025

El roce que insiste

Es una presión mínima, un roce interno,
un eco sin fuente que se percibe como viento
que no toca nada, pero insiste,
como si el aire supiera cosas que la mente no archiva.

Ahí habla lo que no pudo decirse.
Con su ausencia.
Es el síntoma antes del síntoma:
el cuerpo recordando,
los brazos extendidos de una historia incompleta.

Y una intenta mirar, sujetar el hilo del malestar,
pero el hilo se disuelve en los dedos,
como si el propio acto de buscar
fuera lo que lo mantiene escondido.

Hay momentos en que se deja ver -un segundo y su luz
periférica-. La mirada pesca algo en el borde de la visión,
y entonces el alma tose,
como si expulsara el polvo
de un miedo antiguo y sin nombre.

Después todo vuelve a su sitio. 
La normalidad.
El mate, la calle, las palabras de siempre,
la paciencia del animal que duerme,
pero nunca descansa del todo.


Cuartetos / MabelBE

La hiedra y el aire

Es un soplo que no pertenece a nadie, 
pero me atraviesa. 

La nostalgia es una hiedra azul enroscada en los latidos, 
la melancolía el aire espeso donde esa hiedra respira sin testigos. 
A veces sube por la garganta como un nombre impronunciable, 
otras vibra en el pecho,
como la piedra que recuerda haber sido semilla. 

No tiene voz, es apenas veladura. 
Y yo, quieta, intento atar un hilo que no es hilo, 
sino neblina que se deja tocar solo cuando dejo de insistir. 

Entonces la nostalgia y la melancolía 
se sientan 
una frente a la otra, no discuten, no piden explicaciones: respiran. 

Y en esa respiración suspendida, casi mineral, 
hay algo que se parece a mí pero más sensei, más antiguo, 
como si el tiempo entero se encorvara para escuchar. 


 Cuartetos / MabelBE

Lo que queda en el hueco

Es un pulso que no pide permiso, 
un roce anterior a cualquier nombre.
Una hiedra creciendo, sin muro que la contenga. 

La nostalgia es raíz exacta. 
La melancolía, sombra sin reloj. 
Suben por la memoria como un murmullo sin verbo.
No hablan, y así sostienen la quietud de lo inevitable. 

La mente busca,
la niebla —que es risa sutil— la rodea. 

Dos presencias se encuentran en el centro de sí mismas, 
no negocian, no necesitan argumento: respiran. 
En el hueco que dejan,
yo.


Cuartetos / MabelBE

El eco compartido

Es una brisa antigua que no envejece, una hiedra sin muro, 
un nombre que nadie pronunció pero todas reconocen. 

La nostalgia trae rostros que no sabíamos que guardábamos, 
la melancolía es el aire espeso 
que los sostiene por un instante. 

Una vibración de piedra asciende por el pecho, por la garganta y el cuello, 
heredando silencios con dejos de ajenidad. 
Es la memoria transmitida en gestos, en temblores, en la forma de callar. 

Todos buscamos el hilo, todas lo perdemos, 
y aun así seguimos 
frente al eco compartido, 
contemplando la tarde que cae sobre los días repetidos. 

Ahí estamos, entre la fricción y la bruma, 
todavía en camino, 
todavía juntas, 
todavía memoria. 


 Cuartetos / MabelBE

sábado, 11 de octubre de 2025

Epifanía doméstica

Frente al espejo, la canilla respira un hilo de agua
y parece acostumbrada a esperar.

Sesenta y un años
ignorando el mapa
de mi mano.

Lavaba la piel, no el gesto;
el borde, no el centro.

Esta fue la vez diferente.

Doblé los dedos hacia adentro,
jabón en los costados,
el dorso, las orillas.

Pasé sesenta y un años
rozando la canilla sin verla,
esos descuidos transparentes.

Este agua siempre me lavó
con la memoria de no haber sabido
que la ignorancia se esconde en las pequeñas cosas.

Sobre todo ahí.

Todavía me sorprende.


MabelBe / ElEnte