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miércoles, 6 de agosto de 2025

Lo que sabemos

Sabemos, como una cuerda de guitarra tirada en el olvido, sonreír extrañando cierto tipo de abrazo musical, y en él, extrañar a todos los abrazos.
Sabemos encontrarnos lejos de todo, y a la vez sufrir sobre la nada expresada por oscuridades ajenas que, de tan cercanas, ensucian, y en un colmo de martirio a veces nos las apropiamos.
Pero es en las noches de luna -mientras esperamos su salida para ilusionarnos con esas sugestiones que el ramaje de árboles dormidos nos sombrea en la cara- cuando mejor sabemos de la necesidad profunda y hacia donde ir por la felicidad que buscamos.
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MabelBE

domingo, 3 de agosto de 2025

Con el silencio propio

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Dijo haber paseado por un cielo tarareado de estrellas y meteoritos. Ufanándose con los detalles de una extraña melodía en la puerta del infierno. Cuidando no mencionar gustos escondidos, su cara frente a otras caras quiso hablar sobre la ingenuidad, pero no le salieron palabras ni para una explicación fallida. Luego, sobre la nobleza, y tampoco.
Entonces, dos o tres ritmos gastados de erotismo con olor a muerte se reflejaron en sus ojos, y en el apuro por dibujarles unos versos nuevos, tapó el aire apaciguado con más estrellas y más infiernos, con meteoritos que ya no querían estar allí. Para otra vez huir, con esos cargamentos suyos, tan personales.
La espalda encorvada, ahuecada, despedazándose despacio en disimulos que yo observaba con el silencio propio del hartazgo y del dolor. Y del amor roto.
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MabelBe

viernes, 1 de agosto de 2025

Que hay que perdonar


Poco antes de morir

comentó entre silencios

que fue un otoño sin magia,

sin remedio, algo perdido.

Pero que ya terminó, anuncia.

Sus moles de silencio

fundían el aire punzado

hasta hacerlo cascote de tristeza.

¡Tantos años respirando

esos entes de nostalgia!

¡Yo hubiese querido

sentir su felicidad!

Se va una parte de vida,

escurridiza, seca, tierra vieja,

que desgajó los caminos,

convivió con mi destino

y lo que más quería era bailar.

Desleída, sin ver la desventaja,

los secretos y fantasmas 

comían mi desayuno.

Los días desaparecían

y, en mi corazón ingenuo,

la hostilidad de sus ojos

fluía quieta

en metódica disolución.

Así se volvió problema intenso,

escurridizo, seco, tierra vieja,

que siempre me hace llorar. 

Y ahora me está diciendo 

que primero no supo y que después no pudo.

¿Cómo me saco del alma

este vacío inyectado 

que me torna sepultada?

Esa tristeza, tan suya,

hace días que está de visita.

Y cuando se pone al lado

me duele adentro la niñez.

Lágrimas que saltan, una, otra, apuradas

o veloces, tac tac tac

sobre el vidrio de la mesa.

Me pide que le perdone la impotencia vital, 

su desconfianza infinita,

el no haber bailado.

Que no supo, repite

que no pudo

y se va.


MabelBE