La publicidad manda consumir y la economía lo prohíbe. Las órdenes de consumo,
obligatorias para todos pero imposibles para la mayoría, se traducen en
invitaciones al delito. Las páginas policiales de los diarios enseñan más
sobre las contradicciones de nuestro tiempo que las páginas de información
política y económica. Este mundo, que ofrece el banquete a todos y cierra la
puerta en las narices de tantos es, al mismo tiempo, igualador y desigual:
igualador en las ideas y en las costumbres que impone, y desigual en las
oportunidades que brinda. / Eduardo Galeano. Patas arriba.
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