Agua en el espacio deslumbrado de sus ojos. Agua que cae, y sus labios de llovizna en el silencio.
Un amigo me pregunta, entreverado en una sonrisa urgente, cómo anda mi vida de estrellas, que encontré entre la lluvia... -besos nuevos? soles? mariposas con paraguas? [justo hoy, que salí con la idea fija de cubrir mariposas de la niebla, indiferente a lo que muestra el opuesto, justo hoy, que de sus mejillas el agua salpica hasta mi pelo], porque busca sin éxito volverse rocío de la eterna primavera de las hadas del jardín, de esa otra especie del agua, la más fresca de todas. Mientras, como un instante de voz, neblina de la madrugada, me gesticula desde lejos que soy su temor, no alcanzo a entender si dice desaparecido o desapercibido, que soy su relato.
Como siempre, su voz acá, en el corazón, que puede representar lo inexistente para mí, me regala licencias. Entonces le contesto cosas como: -hoy he observado a una decena de aleteos viejos, suavemente pigmentados, revoloteando a su modo el aljibe de mis brazos y la apariencia de mi espalda. O: -claro, amo tus arranques en forma de signo de admiración, pero no cuando esconden interrogantes opacos. A veces, que no: -no soy yo, es el agua, le digo.
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MabelBE
· las cosas de la piel ·