
No se trata de negarse al autoconocimiento, pero molesta el miedo a tener una cosa menos en la vida. Debe ser ésta la parte más triste del recuerdo, la que conmina a volver a las sombras por un tiempo cuidado, que esté alerta a la tristeza. Nada sobrevive a la eternidad de una tarde cualquiera, tal vez bañada de ternura, con algo más de sabiduría pero sin terminar de imaginar cómo son las cosas. Mirar por la ventana enredada de perdones, esperando entrar. Que entre la revuelta de sustos y emociones esté la llave de esa parte del camino que me alcance a casa es el deseo, que haya servido, amor.
MabelBe
AKASHIA. Ojos abiertos