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domingo, 26 de octubre de 2014

Prefiero

Prefiero no afirmar que la razón es la culpable de todo. Prefiero las excepciones. Prefiero salir antes. Prefiero hablar de otra cosa con los médicos. Prefiero lo ridículo de escribir poemas a lo ridículo de no escribirlos. Prefiero en el amor los aniversarios no exactos que se celebran todos los días. Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula. Prefiero la tierra vestida de civil. Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas. Prefiero los perros con la cola sin cortar. Prefiero los cajones. Prefiero tocar madera. / Posibilidades [extracto]. Gente en el puente, 1986. Wislawa Szymborska.

domingo, 12 de octubre de 2014

Al fin

¡Al fin adviertes la locura de tu ambición! Enajenada ya de su metafísico anhelo, tu poética no es, en el fondo, sino un caos musical: y ese caos te duele. Sí, un llamado al orden, que sin duda viene de tu sangre. Te será preciso buscar la cifra que sabe construir el orden: contra lo que afirman tus partidarios, no es la tierra innúmera quien te dará ese guarismo creador: bien sabes que la tierra, lejos de darlo, recibe su número del hombre, porque el hombre es la verdadera forma de la tierra. Y es en tu sangre donde buscarás aquella medida, la que trajeron los tuyos del otro lado del mar: necesitas readquirir ese número; y para ello es menester que lo veas encarnado en la obra de tu estirpe, allende las grandes aguas. Es así como la exaltación del viaje se adueña de tu ser. / Leopoldo Marechal. Adán Buenosayres.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Infantilidad

El camino comienza en el país de la infancia, es decir, en la época en que la conciencia racional del presente no se había separado aún del alma histórica, del inconsciente colectivo. Si bien la separación es inevitable, no determina, empero, un alejamiento tal de esa psique crepuscular de los tiempos primitivos que suponga una pérdida absoluta del instinto. La consecuencia es una falta de instinto, y por ende una desorientación en la situación general del hombre. La separación tiene asimismo como consecuencia que el “país de la infancia” permanezca definitivamente infantil y constituya por ello una fuente permanente de impulsos e inclinaciones infantiles... Como consecuencia de esto, la conciencia se ve completamente invadida de infantilismo, o bien tiene que defenderse permanentemente de éste, aunque sin resultado, con senil cinismo o con amarga resignación. De manera que se impone admitir que la actitud racional de la conciencia del presente, a pesar de sus innegables éxitos, tiene una acomodación, respecto de muchos aspectos humanos, impropia, infantil, que la hace contraria a la vida. Infantil no es solamente aquel que continúa siendo niño durante demasiado tiempo, sino también quien se separa de la infancia y piensa que lo que no ve ya no existe. / C.C. Jung. Psicología y alquimia.