Durante las lluvias suaves
Losquenuncafaltan son un silencioso mundo de rocas
que vibra con el riesgo ajeno.
Un mundo pequeño que nunca toma la sortija.
Copia fiel de millones, pierde sin cesar. Una calesita negra.
Sus giros afásicos me desvalidan, dejo de saber
a qué atenerme y, apenas como puedo,
me convierto en ascuas.
Desesperada de equilibrio, rastreo un cartel reverberante
que exprese algo así como “se encuentra usted con un pie
adentro de una multitud
que suele tornarse violenta”.
Ebelina y el Linyera me ofrecen consejos que no tomo.
El humor me ofrece consejos que no tomo.
.
Losquenuncafaltan son un silencioso mundo de rocas
que vibra con el riesgo ajeno.
Un mundo pequeño que nunca toma la sortija.
Copia fiel de millones, pierde sin cesar. Una calesita negra.
Sus giros afásicos me desvalidan, dejo de saber
a qué atenerme y, apenas como puedo,
me convierto en ascuas.
Desesperada de equilibrio, rastreo un cartel reverberante
que exprese algo así como “se encuentra usted con un pie
adentro de una multitud
que suele tornarse violenta”.
Ebelina y el Linyera me ofrecen consejos que no tomo.
El humor me ofrece consejos que no tomo.
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Entre el descontrol viene una de esas tormentas furiosas a revolver el tiempo, me levanta la mano con un dejo rancio y ahí nomás la muy zángana recomienza esas crueldades a las que estoy acostumbrada: todos los libros se desparraman, ideas e ideas revueltas en el piso. Ebelina decide no inmutarse, se coloca auriculares y escucha negros spirituals.
® Mabel Bellante, 1995