.


jueves, 28 de junio de 2012

Ebelina 24


-¿Tu paraíso es artificial, ciempiés?, pregunta Ebelina
a un gusanito que camina por ahí.
Cualquiera, muy tranquilo, tan tranquilo
se calla y suspira, arde alcohol.
Corro a tomar mi lugar. En cuclillas
oigo los ruidos de la noche, oprimo a una paz sonámbula
me siento espiada por el colmenar de atrás.
Tomo la mano de Cualquiera y camino entre sus señales
crueles.
Se acerca Muchachón
desnudando similitudes y celos como un futuro sin mañana.
Ebelina: -Te dije mil veces que es verlos sin verlos,
¿cuándo aprenderás lo que sucede por lo que ha sucedido?
Cualquiera, y su vida cero maestril.
Cualquiera y Muchachón, que a veces se confunden
con un ciempiés.
Cualquiera, y su desgarbada fatalidad para nada inocente.

El olor de la ternura de un perro basta para narrar una noche desgarrada.

.
® Mabel Bellante, 1995

domingo, 17 de junio de 2012

Juego 30


Tu reflejo repercute en la extensión del silencio. Sin furia y sin piedad se destruyen los muñecos opacos de mis recuerdos, y planeas entre los huecos de mi alma errante y loca, que desde el sueño presencio.
Yo, que te vi entre espasmos y soy presentimiento errado que lucha como una hoja entre tormentas inquietas buscando desenredar tus apenadas muletas, huelo fría caridad para mi esfuerzo gastado.
Esa mañana con niebla julio perforó de ausencia, con tu voz -tan poderosa- resonando bajo un brillo verde: tus ojos en mi conciencia. Hoy la asfixia me da risa [igual pego telegramas mal escritos en la espalda de los duendes de mi infancia, donde les pido que abracen tu aura de filigrana].

Se aprende más en el juego perdido que en el que se gana.


Juegos / MabelBE                                                · victoria

miércoles, 13 de junio de 2012

Escritor

El escritor que conoce la impresionante riqueza del diálogo silencioso, perdurable en la fortaleza de lo que es posible de ser reflexionado más allá de la palabra, a sabiendas de esa posibilidad de volver a "reescribirse" y de "releerse" propia de la vida, aparece ante los ojos del lector como un espacio limpio que permite el crecimiento de la mirada, agradecido a la vez en la constancia de su profunda y permanente necesidad de comunicar y comunicarse, como un niño que ríe y juega, e invita, y a veces como alguien contra el cual luchar.
.
.
MBellante