Mar
y cielo, cielo y mar, horizonte en la partida que te abriga de poesía,
sitio partido donde te veo siempre [y donde hoy coloco una lágrima, me
imagino que es el suelo y la pisoteo entre estas palabras y las hojas de
otoño]. Más tarde verificaré que su propio estado de muerte y de vida
es una partida de ajedrez. Y buscaré un abrigo porque, a pesar de este
crujido del cosmos que se ha vuelto la presencia final del propio ahogo
liberado, sé que en un rato tendré frío. Pero también sé que dejaste
reservadas para siempre algunas hojas en la calle, para cada vez que
sienta la necesidad de volver a agradecerte aquel cuidadoso cariño
repetido.
Juegos / MabelBE
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