Cuando los labios duermen, las almas despiertan y empiezan a
obrar; porque el silencio es el elemento lleno de sorpresas, de peligros
y de felicidad, en el cual las almas se poseen libremente. Hay seres
con quienes el más grande de los héroes no se atrevería a callar, y hay
almas que, aunque nada tienen que temer, tiemblan de miedo de que
ciertas almas las descubran. Nunca se sabe cuál será la calidad del
silencio que va a nacer. Si todas las palabras se parecen, todos los
silencios difieren, y casi siempre todo un destino depende de la calidad
de ese primer silencio que dos almas van a formar. Se efectúan mezclas,
no se sabe dónde, porque los depósitos del silencio están situados muy
por encima de los depósitos del pensamiento. / El silencio. La
inteligencia de las flores. Maurice Maeterlinck.
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