Por más que parezca cualquier otra cosa, sólo estoy midiendo el alcance de mis propios límites, la forma del poder, esa capacidad de regeneración y de acción sobre la que tanto había escuchado, y comparo. Y cuando digo "venganza", no hablo de un estilo para herir, sino que busco resarcir de tantos ahogos vaciados a mi alma asustada por los hechos, con el círculo refrescante, campana de un olvido a todo. El hombre de la mañana me deja hacer y espera.
Y es este mismo círculo el que me permite sopesar alcances, miserias, reconstrucciones y fortalezas, disminuidos niveles de autoestima, agujeros defensivos de mis partes tristes a la deriva, el maldito inconocimiento.
A la vez, me regala un rato donde la situación se me antoja, y también camina en mis caprichos, el hombre.
A la vez, me regala un rato donde la situación se me antoja, y también camina en mis caprichos, el hombre.
Se me multiplican los sentidos. Las piezas vuelven a ocupar los espacios que corresponden a los ojos que miran con una misma forma de mirada. Todo extraño por nuevo, y por momentos no lo puedo creer. Más extraño cuando la fuerza de la suavidad borra esa dureza que durante años venía cargando el aire.
-No nos perdimos de nada, Mabel, ni siquiera de los límites, ni siquiera de la venganza, me sonríe el hombre que transporta la mañana, con un ramo de flores coloridas en la mano.
MabelBe
hay que creer
ResponderBorrarhay que multiplicar sentidos
es auspicioso
también es amor
:)
Aplausos, hermoso, me encantó.
ResponderBorrarSaludos,
Dee
un placer pasear por este espacio y no caerse, si no quedarse prendado de él.
ResponderBorrarUn abrazo,
Migdalia
Es verdad, no nos perdimos de nada, porque lo mejor, quizás, alla que caminar hacia dentro, no te parece ?
ResponderBorrarEse camino me ha llevado a vos, existe forma de ubicarla?
Gracias;
no nos perdimos de nadaaaa
ResponderBorrarjaja
gracias!