Casi una piel que suaviza, esos pliegues nacarados reflejados en los labios saben ser el alegato del bálsamo de la brisa, del pandeterminismo que se extiende en madrugada. Cómo no concebirse en la análoga ilusión del germen enrarecido que acepta ser parte hueca del rincón más desarmado, si en la misma clausura que vuelve a mostrar nobleza en el alma del espejo, se expele el desperdicio que pone precio al amor.
En ocasiones me engaño con ese tiempo sin gloria que me vuelve pena absurda prendida entre los ojos, ahí fracturo mi aspecto y soy muy débil canción. Otras veces dejo que el cielo invente imaginarios patíbulos, y una anestesia sin prisa es el aroma de afuera que me transporta al silencio. Pero son mis principios los que explotan libertad cuando improviso finales. Así vuelvo a ser en la herida, obra de milagros radiantes de poesía: otra vez, por fin, colores. Y corro a ese soplo de armonía asimilada donde el presente es eterno, advierto el retrato enmarcado cuya hermética emoción sella el alma sin candados, luciérnagas encantadas hacen el testimonio de mi más fuerte respeto cuando me veo a mí misma saliendo de la penumbra. Así soy, en la piel que suaviza, casi pliegues nacarados, espejo inverso del pasado.
MabelBE
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