Se asoma desde el borde filoso del lenguaje
al vacío
pesado
sin poder mirar abajo.
Es inadecuadamente fiel al desarraigo evitado
y se resigna, casta o estúpidamente, a la agonía
mencionada en la palabra "lacio"
por el yo poético número 23.
El ritmo, igual que el aire de los poemas
escribe el espíritu de la protagonista.
Adormece.
La música no siempre es una guirnalda, puede ser una silla.
La muerte que se esconde en el verso 3, pasa al verso 14
y se queda ahí
sin vuelo
hasta ahora, eternamente.
No pendiente de sí, pero sí de su literatura irresuelta
la protagonista expande el interés de sus primeros poemas
a los últimos
y pronuncia un "genial".
Sigue sin comprender lo difícil
y sigue sin entender el esfuerzo.
mab·bellan / mismo·lugar
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