Y yo me iré como el humo al aire que no podrá volver, me haré un tornado dulce, un perfume, una piel, seré mi propio padre y así voy a aprender que irse es volver a volver. Afuera, afuera solo el mundo. / Gabo Ferro.
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domingo, 29 de noviembre de 2015
domingo, 8 de noviembre de 2015
sábado, 7 de noviembre de 2015
miércoles, 4 de noviembre de 2015
Vuelan
Saben secretos, sobre las tormentas por ejemplo. O sobre no confundir espacio con objeto. De esa longitud de variantes y modos, despierta y deslumbrada, se trata la vuelta a casa. De ahí los ratos felices, donde no existe si es con tanto o con tan poco. Estado de alma desconocida, tanto ir en contra del viento temiendo temporales que nunca llegan, sin prevenir el aburrimiento de la llovizna suave y que las repeticiones son malditas. Los objetos nunca serán espacio, y los pájaros por algo vuelan.
MabelBE
Ángel 08
Durante algunas mañanas la verdad es total, por eso no importa que el cielo sea a veces amargo. A pesar de las cadenas es posible imaginar que las ventanas llegan a la luna, ramas de cielo, en los nuevos espacios un brote empieza a ser. Hasta qué curva llegará la vida, hasta que cueva, me pregunto, ángel, te pregunto. Me visto de algo que pensé que era pena, pero no. Las cadenas dejan ver la mitad de los eslabones y la naturaleza, poco original, enjuaga en su tul sin tiempo la cara de un Dios adentro de la cara de un diablo. La libertad da pánico. Un árbol nace. En este brote está la poca importancia de las preguntas y de las explicaciones, me responde abrigándome de luz. Y no importa ya lo que sea que confundí con pena.
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MabelBe
Diálogos en la cornisa con un ángel
lunes, 12 de octubre de 2015
jueves, 1 de octubre de 2015
Lugar
Yo también soy de un lugar donde no importa si soy para siempre un
desconocido, y donde probablemente vengo y también huyo del
mundo, y al igual que el tuyo los tiempos son distintos y hay hombres que
por subsistir cobardemente temen leer un poema. Yo también soy de un lugar donde el producto interno bruto se nos
ha olvidado por cantar y bailar, y hay tantos peligros como el no dejarme morir por la soledad de
una muchacha insalvable que no existe ni en los
periódicos. Yo también soy de un lugar donde los trenes nunca llegaron a
tiempo por perseguir a las luciérnagas, y Penélope anclada a la vida zurce las cuatro estaciones para
coleccionar medallas; y sin embargo al igual que en el tuyo la rosaleda del silencio
saltando no tiene nada que ver conmigo, y al igual que en el mío yo te sigo buscando, porque yo no tenía a
más nadie y a quién ver en tu país todas las noches, cuando los hospitales están abiertos y en la sala de espera el
amor es la mejor cura para vivir. / Manifiesto del saurio. Leonardo Zapata Almaguer [tomado de la revista La Iguana].
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