Sufrir de facilidad para trocar conceptos frente a los dolores de la vida. Una película repetida y aburrida que me acaricia la espalda y la piel, bajo la mirada de turbios desencuentros. Huelo desde lejos un dolor apasionado, sostengo en brazos la necesidad de creer que es, a pesar de la distancia. Y aparece el rostro aventurero en mil gracias y desgracias imposibles. El triunfador que no necesita sonreír es el que sabe cuándo creer es lo mismo que saber. Conozco las diferencias entre alegría y felicidad, triunfo y victoria, nostalgia y melancolía, dolor y sufrimiento. No hay temor, aunque la desesperación arrugue el vestido y los escombros por un rato.
mabelBE