Le lastimaban muchas cosas,
lo que salía de su control, la
libertad.
Se asustaba,
se enojaba,
se tensaba.
Su mirada despedía
una satisfacción oscura al
sentirse aniquilada,
Tan sensible, fuerte, tosco,
retorcido, su gran miedo
se volvía silencio que decía lo pagarás.
Qué impresionante falta de simpatía.
Yo temía a ese empujón de viento
helado,
su odio fuerte de vacío suicidado,
que tantas veces me redujo a pedazos
de derrota.
Y salían de su interior
energías de pájaros negros con
alas y picos filosos,
de todos los tamaños, malos, malos.
Sabía que lo siguiente era
soportar el retroceso
de un ciclo sisífico sin porqués.
Así vencí caprichos caros,
mi cuerpo por momentos
pareció puesto para sostener
las piedras que venía a romper.
las piedras que venía a romper.
Ese fue su poder terrenal
sobre mis intentos alados de perdón.
Y así, cada vez
menos cosas
me duelen.
me duelen.
MabelBE
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