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lunes, 20 de octubre de 2025
La hiedra y el aire
Lo que queda en el hueco
El eco compartido
sábado, 18 de octubre de 2025
sábado, 11 de octubre de 2025
Epifanía doméstica
Frente al espejo, la canilla respira un hilo de agua
y parece acostumbrada a esperar.
Sesenta y un años
ignorando el mapa
de mi mano.
Lavaba la piel, no el gesto;
el borde, no el centro.
Esta fue la vez diferente.
Doblé los dedos hacia adentro,
jabón en los costados,
el dorso, las orillas.
Pasé sesenta y un años
rozando la canilla sin verla,
esos descuidos transparentes.
Este agua siempre me lavó
con la memoria de no haber sabido
que la ignorancia se esconde en las pequeñas cosas.
Sobre todo ahí.
Todavía me sorprende.
MabelBe / ElEnte
viernes, 10 de octubre de 2025
Mayor
El aire se sostiene apenas,
como un sueño respirado demasiadas veces
que recuerda algo
que ya no quiere decir.
A veces creo escucharme,
pero viene de más abajo.
Acá, solo el zumbido que enciende
la única lámpara que no parpadea.
Los recuerdos se esconden de inmediato.
El olor del sol en el pasto, voces que se disuelven,
un escalofrío que me hace retroceder
y avanzar al mismo tiempo.
Antes intuía la escalera.
Ahora, entre la niebla,
veo los primeros escalones por subir.
Los bordes del círculo iluminado
se rinden a la oscuridad que los rodea.
No puedo abarcar la totalidad,
ni siquiera imaginarla.
Pero hay algo más allá
y, por un instante, lo rozo con la mirada.
lunes, 29 de septiembre de 2025
Soy la gente
cuando mi alma fue otro espacio y
alejándose de mí
me volvió crianza e hijos en camino a madurar.
Ni bien empiezo a sentir,
.
o ese momento de la vida imposible de fingir
lo que me lleva adelante.
y ante cualquier vacío disolvente de esperanzas.
Ya no quiero pedir por favor a los momentos.
Fueron muchas madrugadas
llenas de faltas lloradas
Será la gran masa que ya pasa,
si no hay gracia.
Soy la gente, pobre gente.
MabelBE
domingo, 28 de septiembre de 2025
En patria
Voy por diagonales y calles cortadas, buscando entre los ojos eso a lo que quiero pertenecer. Los colores enredados de la bandera envuelven destellos minimalistas. El cielo reparte estrellas, o sonrisas.
Puedo invisibilizarme, arrepentirme, burlarme, condenar, condenarme. Puede romperse las veces que quiera: tarde o temprano rearmaré sus pedazos, con la inexperiencia de un personaje que no mide el peligro, o desde un gesto absurdo. Me guarece la transparencia de los censos justos, donde los habitantes descansan mientras una pequeña represa deja flores de todas las estaciones.
Camino a través. Los desvíos, el punto de calor, la parada ante el velo de la virgen de la angustia y su espejo cortado, una huella de emoción, la quietud de la montaña, los parentescos, mi último viaje en tren. No es cuento, no es terror ni amor: es estar en patria.

