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lunes, 11 de noviembre de 2013

Hogar

Buscar quien cure la rupofobia: si alguien la cuida, ella se cura [dice]. Buscar el espacio que nadie más puede ocupar, el hogar. Buscar el hogar: si alguien con aroma especial le ofrece dos paredes, ella construiría las otras con la mayor creatividad posible. Entablar conexión con el sentido, con la realización de las propias paradojas, sin distanciar anímicamente al mundo de la puerta principal del corazón, contemplado desde algo que es llamado impulsivamente vacío, y que al fin es el universo. Buscar quien la cuide de ese universo adentro del cual construyó un mundo que guarda secretos de amor, la eternidad sublime de reconocer sólo cuando siente, un cachorro obediente que arma caricias una y otra vez, el camino cotidiano de los días, margaritas silvestres bajo cielos violetas. Si alguien la cuida, ella se cura [pero no cualquier sucio, dice].

miércoles, 2 de octubre de 2013

Ebelina 47


Lo malsano de las flores: su posible inexistencia.
En el recuento de acciones está bien claro y con mi firma.
Ya perdí unas cuantas vidas
en el intento de ser parcamente mimada.
Las perdí en torpes accidentes, donde fui
la acompañante malograda del conductor borracho.
Lo malsano de una explosión en la aldea sin paraísos:
su posible inexistencia
y el tener, de nuevo, que vivir.
Con mis muertos, entre los escombros, tanteamos donde vivir…
Miramos como diciendo –siento espanto, pero no lo sé.
Vagamos repitiendo -que asco, que asco, pero con tristeza.
Lo malsano del cielo: la posible inexistencia de los ángeles.
Tengo bien claro que la muerte mejora toda reputación
pero siento mucho apego a la longevidad.
Ebelina se empecina en donarme incorpóreos dibujos de amor, que se suceden como velos en el trasluz protector de cada día.

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® Mabel Bellante, 1995

lunes, 19 de agosto de 2013

Sin escombros

Condenado a eternas fogatas de luna nueva, el ayer
queda atrapado en el cielo de una niñez
de noche mirada como recuerdo
que se transforma
en madrugadas
de piedras
que arrugan el vestido mientras quitan escombros.
.
No entiendo por qué pide
tanto
que se lo destruya o se lo vuelva invisible
si nunca se va.

MabelB
[¿cuántas estrellas entran en los ojos?]

domingo, 18 de agosto de 2013

Tenue



Las palabras que resignan valor
me hacen una hipérbole.
Ajena a semejante modestia, con estos labios
me alejo
en frases sin justificación,
desvirtuadas e imperfectas,
y por momentos enamoradas de andá a saber qué.

MabelBE

viernes, 9 de agosto de 2013

Persona




Empiezo a recuperar sensaciones elementales, aunque olvidadas; me refiero a cosas tan sencillas como el hambre voraz antes de la cena, la infantil somnolencia de media tarde, la seguridad que despierta en mí una gran araña, el placer de andar descalza. ¿No crees que podemos ser algo mejores si nos permitimos ser como somos? Tu escondite no es lo bastante hermético. Por todas partes se filtran signos de vida...
-¿Crees que no lo entiendo? El absurdo sueño de ser. No parecer, sino ser.
Cada tono una mentira y una traición. Cada gesto una falsificación. Cada sonrisa una mueca: el papel de esposa, el papel de colega, el papel de madre, el papel de amante, ¿cuál de ellos es el peor? ¿Cuál te ha causado más tormento?
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Ingmar Bergman.

jueves, 13 de junio de 2013

Alba de la endemoniada

Me tiras de la lengua: su sangre quieres ver.
Exiges que repita mi falso testimonio:
de qué modo y manera sentí al atardecer
vagar sobre mi pelo la mano del demonio.

No declaró su nombre, ni yo miré quién era:
el que no espera nada no pone condiciones.
Necesitaba un sueño. Pasé la noche entera
velando en una niebla florida de canciones.

El uno soñó al otro con ojos bien abiertos.
Temblando envejecimos. Remota la manzana
del sol ardió en la boca del reino de los muertos.

Comida de gusanos, la Luz entró en el piso.
—Comed todos de ella —decía la mañana.
Miré y se había ido. Con Él, el paraíso.



Alejandro González /España
[agonza59]

jueves, 30 de mayo de 2013

Descolor

Calles con alambres, adomecidas. Los perros tienen pelaje descolorido.
Al fin. Bar/panadería, una chica gritona limpia el mostrador, coloca bandejitas con masas en la vidriera, prepara un te golpeando las tazas hasta que se le caen al piso, y dice -uh!
El televisor gris, las sillas marrones de pana, de tela, de plástico. Ahora la chica gritona sirve en la panadería con una semi sonrisa, mordiéndose el labio inferior apenas. Será que le gusta el muchacho al que despacha?
De ser así, no pierde el sentido comercial: -puedo ponerte un poquito más y redondeamos los 3,40? así, son 2,56... Y después se pone a acomodar los billetes y las monedas, agachadísima hacia la caja registradora, los brazos pegados al pecho. Cuenta la plata ovillándose.
No para de hacer cosas.
Ahí llega la socia. Supongo que lo es porque se pone a trabajar inmediatamente, prende algunas luces, se fija el pan que quedó sin vender, repasa las órdenes sin hacer y comienza a preparar un sandwich, también se le caen pocillos. Mantiene un poco agachada la cabeza y mira a los clientes del bar a los ojos desde su gesto inclinado.
Ya me voy.
Pregunto a la socia por el baño. Antes de la escalera que baja, hay que pasar por una pileta donde la chica gritona está lavando un repasador. Me dice que el baño está abajo, primera puerta a la derecha. -No te pierdas, eh? y no sé si es porque en el baño de varones está el hombre que hace segundos bajó, o por hablar algo.
Nuevamente aterida. Pienso en los perros demacrados de afuera, en su esencia, resignación, persistencia, ternura.
Abro la puerta amarilla de chapa, hay un desodorante de ambientes y unos lockers con puertas entreabiertas y rotas. Otra puerta de chapa y está el inodoro, papel higiénico, una ducha, en la pared un papel con la leyenda NO TIRE PAPEL AL INODORO PORQUE SE TAPA ("tapa" con doble subrayado), y un cesto lleno de papel sucio que alguna de las dos limpiará, después de hacer un tostado o servir un café, tirar pocillos y platos, lavar el repasador, sonreír vendiendo pan, destapar gaseosas, contar plata.




·por ahí continúa·
MabelBE

sábado, 18 de mayo de 2013

Mañana



me gusta cuando la gente juega

es otro recuerdo vivo
como el olor que sale del horno
al ser prendido
en un atardecer de invierno

impresiona sentir comodidad
con gente que sueña cerca

me veo en una cocina con las manos heladas
prendiendo el horno
y alguien que me cuenta un sueño
entre el aroma del frío que se va

escucho como niña
contesto como lo que se necesite
me siento con las piernas cruzadas
y un brazo tras el respaldo
sosteniendo ese equilibrio
libre como a los veinticinco
estoy en el sueño que me cuenta

me enternece sentir la comodidad
que estoy esperando vivir
en gente que anda al lado mío

soñando
es otro recuerdo vivo
como el de apoyar la cabeza en la almohada
y entender que todo va bien
y entonces el mejor plan
es dormir abrigada por la falta de exigencias


un sueño es un juego

cuando la gente sueña
que bueno
el mañana

MabelBE

miércoles, 8 de mayo de 2013

Comunes

Nadie consigue pronunciar tu nombre. Sólo yo conozco la inflexión perfecta. Fáltales la ternura en que fluye y la dulzura en las consonantes. No saben distinguir el color de la nota musical exacta. Por eso yo respondo cada día inventando un nombre: azul, pájaro, brisa, luz. Palabras comunes que se pueden decir sencillamente aun sin conocerte y sin amarte. / Silvina Ocampo. Cornelia frente al espejo.

jueves, 25 de abril de 2013

Ebelina 74


Abeja y miel pernoctan en cada gentileza de Esiquio.
Su suavidad es exacta, se refleja en un mar de primavera.
Vuelo de sesos, la mañana. Acabose obligado. Duelo animal.
-Y esa costumbre de sitiar por dentro el rincón
del trébol en el living de mi casa!, estallo
aunque sé que no tengo de qué quejarme.
Por un agujero se escurre la luz, se rehace y transmuta
cuando se le antoja
en lluvia de manzanilla, en rasguido o gorjeo,
en hondura de un viento leve, olas / en una locomotora / en
una rosa recibida / en el príncipe que la mira amoroso / en
humildad / en cuarenta y dos ángeles y medio, mas o menos.
Con sus cartas, Ebelina puede armarme un castillo
en el punto más alto. Y hasta con un cartel que diga “no
soplar”.
No tengo de qué quejarme, pero
cuando vuelvo a mirar el pico de la montaña
(allí arriba, tan alto)
pregunto cómo se hace para pedir amor.
El Linyera me contesta que su basenji se llama Amor y que el
cisne-ciruja es uno de sus hijos.


-Entre los destellos de esa exactitud verás bailar un vals como si fuera en el fondo del agua, será consecuente, hasta que los silencios cedan, hasta que las palabras alcen y vistan, hasta que ya no taches. A pesar de cualquier marcha atrás que se le ocurra a la vida, la danza sobre los ciclos no dormidos será plena, un shock, y -por fin- como la miel, reviviente, tranquiliza Ebelina.



® Mabel Bellante, 1995

domingo, 10 de marzo de 2013

Juego 33

Descanso. El estadio final es una estación cíclica que marca la diferencia entre sima y cima. Se acerca el final de un juego
que estalla en inicio. Es mi premio esta alegría, este silencio. Y entonces
otra vez
descanso. Pero distinto.

Juegos / MabelBE         

miércoles, 30 de enero de 2013

Obra de arte

................................................entonces
................................................si se es indefinidamente fiel
................................................a lo que alguna vez se eligió
................................................el pasado es presente que aplasta

................................................una contractura sin final feliz

................................................respirar en lo emocional
................................................lo que ya fue vivido fisicamente
................................................es estar en una obra de arte retocada

................................................más aun, qué costumbre inútil:
................................................humanizar los objetos

................................................entonces
................................................por eso

mabelbe

sábado, 26 de enero de 2013

Un día

Definiciones

La misoginia es una manera de ver el mundo, y el origen de la misantropía. La primera tiene el cinismo propio de la ética cero perteneciente al resentimiento más profundo: poseer el poder junto a un inmenso temor al momento en que será perdido. El latrocinio es la costumbre de hurtar o defraudar en la confianza o en sus intereses a los demás. El latrocida, o como se llame, es un ser al que le gusta la sustracción. Pero no es posible apropiarse de lo que no tiene cuerpo. Me aniquilan las definiciones. / MabelBE.

Lo que ves

sábado, 5 de enero de 2013

Valentía

Aceptar la enormidad en su comparación conmigo y comprender profundamente que la existencia es mutación constante, que no soy la misma persona, son parte de una misma cosa. Sangrando y sin guía, sostengo mi cara mientras hago un torniquete que se corre de lugar como si tuviera vida propia. Aunque a veces tengo la suerte de estar alerta y me identifico en situaciones que no necesitan adornos, donde lo prescindible es eliminado por la serenidad, crecer se ha tornado un lugar peligroso, donde sólo investigar el hermetismo propio de los misterios salva el momento.
Aún en estado de tristeza, hay que reconocerse, armar una estrategia que defienda la alegría, poner en movimiento la fuerza vital. Es una valentía nueva que llena, en completo silencio, al espíritu que manda mensajes sin enterarse de las respuestas. Y seguir creyendo que los momentos mágicos son curativos.

MabelBE

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Belleza

Hasta el horizonte que se ve cuando estoy parada en la cima del cerro de los sueños. Bien lejos llega mi amor, pero siempre acompañado por interrupciones fuertes que buscan debilitarlo, con esa perversa combinación de lo práctico con lo armónico que suelo llamar belleza. 


MabelBE

domingo, 21 de octubre de 2012

Veneno

Se puede decir que entré en la literatura por un ascensor. Me explico: cuando tenía quince, un vecino de mi edificio nos oyó hablar a mis amigos y a mí en un viaje en ascensor, y nos invitó a su departamento en el noveno piso. A partir de ese día empezó a pasarnos libros, recomendarnos películas y ponernos discos, y poco a poco, en aquel living a media luz en plena dictadura, nos hizo entrar a un mundo en el que James Dean le leía a Marilyn el Ulises de Joyce, Dylan Thomas volvía de su última curda al Chelsea Hotel, Coltrane intentaba llegar con su saxo hasta donde Charlie Parker había comenzado su caída libre, Fitzgerald aconsejaba con su último aliento a Faulkner que huyera de Hollywood, Pollock tiraba pintura como napalm en toda tela que le pusieran delante, Sylvia Plath despertaba de su primer electroshock y Burroughs le daba un balazo en la frente a su esposa jugando a Guillermo Tell en una pensión mexicana. Creo que ahí empecé a entender la literatura desde adentro, aunque me di cuenta mucho después. Esa matriz me quedó para toda la vida. He tratado desde entonces de llenarla de otras cosas, de diluirla en mí, mudar de piel, dejarla atrás. Pocas cosas me decepcionan como la literatura y el cine y la música yanqui de Reagan para acá. Pero igual tengo esa matriz en el adn, y me delato cada tanto: la exposición muy temprana al American Way deja una impronta que se les nota para siempre a sus víctimas.

Déjenme ahora ir un poco más atrás en el tiempo. Mi padre acababa de casarse con mi madre, o quizá fue antes. El ya trabajaba como ingeniero en la empresa de caminos de mi abuelo: en realidad había querido ser dibujante, pero su padre lo necesitaba ingeniero como él (mi padre era el primogénito), así que mi padre fue lo que dijo su padre. Viene entonces Walt Disney a la Argentina. Sin decirle nada a nadie, mi padre deja en el hotel donde se aloja la comitiva una carpeta con dibujos suyos: no había un solo diseño propio, eran simplemente acetatos perfectos de las epónimas figuras de Disney. Pero todo en ellas era increíble: el color, el trazo, la continuidad. Y no Made in USA sino Made in casa por él solito, en sus ratos libres. La gente de Disney le ofreció trabajo bien pago en su factoría de Los Angeles. Mi padre lo mencionó en la mesa familiar esa noche. No hizo falta que mi abuelo levantara su voz de trueno contra él. Mi abuela, que no era de interrumpirlo nunca, se le adelantó. Mi abuela había nacido en Inglaterra. Era, y se creía, criolla de pura cepa, no había vuelto a Inglaterra más que unas pocas veces de paseo, pero hasta el día de su muerte conservó su pasaporte inglés, como un secreto certificado de pedigree, como un recuerdo de otra vida.

Mi abuela sabía que mi padre leía la revista Time y fumaba cigarrillos norteamericanos y copiaba los gestos de los galanes de las películas norteamericanas. Mi abuela sabía también que una gran amiga de mi madre, casada con un amigo de mi padre, vivía en Los Angeles, vivía bien en Los Angeles y había recibido en su casa a mi padre y a mi madre durante su luna de miel. Todo eso lo podía aceptar. Pero que un hijo suyo, ese hijo precisamente (mi abuela tenía algo especial con mi padre: ese cariño callado de las madres que ven lo tremendo que es el padre con el primogénito), que ese hijo se le fuera a vivir a California, al epicentro del mal gusto norteamericano, era sencillamente inaceptable para ella. Le dijo con su voz pacífica de siempre: “Ese país no es para vos, hijo”. Mi padre pudo haber tenido la vida de sus sueños trabajando para la Disney, jugando al golf y tomando martinis al atardecer en la costa californiana, y yo me salvé de nacer allá, porque mi abuela le hizo sentir con una sola frase que ésa no era una vida para él. Y nunca más se habló del asunto. Mi padre fue ingeniero el resto de su vida. Nunca más dibujó, que yo sepa. En cambio, ganó plata.

Mientras tanto yo crecí y llegó mi adolescencia, mi rebelión, empecé a practicar todo lo que a mi padre le daba tirria: el desorden de los sentidos, básicamente. Yo escribía poesía, yo odiaba su utopía de pacotilla, eso que Henry Miller llamó la pesadilla de aire acondicionado. Lo asombroso fue que elegí como guía, como padre espiritual en la construcción de mi utopía, a un tipo que me inoculó la versión alternativa del Mito USA: el desorden de los sentidos American Way. En la Argentina de la dictadura, yo quería ser un beatnik. El demonio, como sabemos, tiene muchas caras. Uno vuelve la vista atrás y ve cada encrucijada en que se cruzó con él (Kierkegaard decía que el problema de la vida es que se la vive para adelante pero se la entiende para atrás). El demonio es básicamente un veneno. Para que funcione tiene que haber algo en nosotros que responda a él: el veneno funciona si hace contacto con eso. De manera que reconocemos al demonio cuando ya lo llevamos dentro. Aquel vecino del piso nueve, aquel tipo que nos abría la cabeza a base de libros, discos y películas, tenía una hija. Era viudo y tenía una hija que era bastante menor que nosotros y que, de un día para el otro, dejó de ser la pendeja amarga y anteojuda que se paraba desafiante delante del sofá donde nos desparramábamos para decirnos: “Ustedes no son beatniks”. Volvió de un verano transfigurada en una beldad que te cortaba la respiración. Mentira: no era tan linda, pero a nosotros tres nos cortaba la respiración. Era una morocha argentina. Por ella se pudrió nuestra amistad y por ella nos peleamos con su padre, cuando pescó a uno de nosotros en la cama con su hija y nos echó a patadas a todos de su departamento, y puso a su hija pupila en un colegio en Córdoba, y nosotros terminamos el secundario y rumbeó cada uno para su lado.

Cuando ese tipo ya llevaba tiempo largo bajo tierra, y mis amigos de entonces habían devenido uno financista y el otro estanciero, y llevábamos treinta años sin vernos, yo me reencontré con ella. Nos cruzamos acá en Gesell, ella había venido por unos días. Tiene el pelo gris y la cara hermosamente arrugada y es una especie de pachamama, de monja zen, que habla poco pero te la pone con lo poco que dice. Por ella supe que su padre era de la CIA. Nada especial: un perejil, nomás. Técnicamente hablando pertenecía al UCIS, el departamento de extensión cultural que, en cada embajada americana del mundo, solía ser la tapadera de la CIA. No pudo o no quiso averiguar mucho más, y no le era grato contármelo, pero me lo debía, por amargo que fuese. Con esa misma calma sobrenatural me dijo, un rato después, que sabía por qué yo no había ido a rescatarla de aquel colegio pupilo de Córdoba. Citó textuales unas palabras que su padre repetía siempre, y yo bajé la cabeza y no pude mirarla cuando ella dijo: “En el oficio de escribir se aprende rápido que, más útil que tener una musa, es haberla perdido”. Porque en lo más íntimo sé que empecé a ser eso que se llama escritor en aquel momento exactamente, cuando no la fui a buscar.

Juan Forn

jueves, 11 de octubre de 2012

Noticioso

Mi abuela era sorda. Tenía de esos audífonos que funcionaban con tres pilas comunes metidas adentro de una cajita enganchada al corpiño. A veces el aparato hacía un ruido agudo, metálico, parecido al de un micrófono cuando se satura. Un cable de color piel unía el tapón que iba adentro del oído y la cajita con las pilas... A la abuela le gustaba comer. La noche antes de morir se preparó papas fritas a caballo. Cuando murió estuvo dos días tirada en el piso. La casa tenía signos de alguien desesperado. De quien quiso aferrarse a los muebles y se cayó. Vivía en una planta baja. Se quejaba de los vecinos que tiraban cosas a su patio... La abuela quería puntualidad. Que la comida no se pasara. A veces yo recién había desayunado. Pero comía igual. La televisión estaba sin volumen y clavada en el noticiero del once. El noticioso, para ella. La abuela leía los labios. Así que para cuando yo llegaba era capaz de comentarme todas las noticias del día. Se inclinaba por las truculentas, los detalles que revolvían el estómago. O te lo dejaban como piedra. Hasta que aparecía Grecia Colmenares y su pelo de photoshop. Mientras comíamos hablaba de papá. Maravillas. De la tía hablaba pestes. En cambio papá hacía todo bien. Como en esa época yo también estaba enamorada de él, las dos contentas. Después preguntaba por la facultad. Por mi novio. Apurate nena que quiero verte casada. Y yo siempre dubitativa, tardé. Y la abuela se lo perdió. Cómo fue que te quedaste sorda le pregunté un día. Lloró y tuvo que sacarse los anteojos y secarlos con la servilleta cuando lo contó. La madre le había pegado tanto esa vez. / fragmento de Noticioso. Laura Galarza. Lamujerdemivida, nro. 63.

lunes, 8 de octubre de 2012

jueves, 27 de septiembre de 2012

Tu paisaje




La libertad es un látigo que empuja, dentro de la conmoción de tu paisaje. Ennoblecida de monogamia animal, con un ritmo sincopado y de letargo, es también la línea agónica de linajes protegidos, un norte magnético, Miyake en otro lugar, respeto.

MabelBE

martes, 25 de septiembre de 2012

sábado, 25 de agosto de 2012

Un espacio sin esperanza

Cerrar la etapa primera del círculo de la experiencia sin esperar. Una esperanza larga es una maldición, pasaporte inmediato a la inmoralidad de saber que te manejan y no hacés nada. Vivir el presente, se logra sin apego o con desapego. Entenderlo.

MabelBE

domingo, 19 de agosto de 2012

Juego 12

El cuerpo es idéntico, sólo un poco más tieso y frío. El plástico impide notar los desniveles de la verdad. 
Harta de sospechar que lo que se entiende de la canción poco tiene que ver con su esencia, de ese dejarse llevar por la melodía, de ser vencida por la nostalgia del recuerdo de una melodía. De que lo que se entiende no es lo que se busca. De resignificaciones solapadas desde la resignación. De no encontrar una canción para comprender completamente. 
El cuerpo es idéntico y no hay más. Basta de juegos malos.

Juegos / MabelBE. Akashia

martes, 24 de julio de 2012

Postraumático

Convaleciente luego del choque de resonancias, se desdibuja el cariño entre un compromiso que prescribió sin que me diera cuenta. Cuánta vida presentificada sin transducción!, un rejunte en la vaguedad de pequeños detalles que serán irremediablemente nada. Los intersticios pendulan entre sobreentendidos y cansancios. La interferencia es mayúscula, cada batalla declarada me vuelve más susceptible. Sobre mi corazón no existen correlatos objetivos, y por tanto la imagen no llega a ser acción real. No es creíble, no es increíble, tampoco hay algo para destacar. Lastima porque da lástima y nada más.

MabelBE

miércoles, 18 de julio de 2012

Belina 10

Y ser una sombra a punto de explotar de alerta, amenazando todo el tiempo, o justo a tiempo.
MabelBE

viernes, 6 de julio de 2012

Horizonte


...y tengo la LUNA debajo de MIS pies

y giro  [estoy envuelta enESTRELLAS]
y UNA nuevamirada ENTRE atardeceres
.es HORIZONTE impregnado de paisajes...
.
..
......................................................................................................MabelBe

jueves, 28 de junio de 2012

Ebelina 24


-¿Tu paraíso es artificial, ciempiés?, pregunta Ebelina
a un gusanito que camina por ahí.
Cualquiera, muy tranquilo, tan tranquilo
se calla y suspira, arde alcohol.
Corro a tomar mi lugar. En cuclillas
oigo los ruidos de la noche, oprimo a una paz sonámbula
me siento espiada por el colmenar de atrás.
Tomo la mano de Cualquiera y camino entre sus señales
crueles.
Se acerca Muchachón
desnudando similitudes y celos como un futuro sin mañana.
Ebelina: -Te dije mil veces que es verlos sin verlos,
¿cuándo aprenderás lo que sucede por lo que ha sucedido?
Cualquiera, y su vida cero maestril.
Cualquiera y Muchachón, que a veces se confunden
con un ciempiés.
Cualquiera, y su desgarbada fatalidad para nada inocente.

El olor de la ternura de un perro basta para narrar una noche desgarrada.

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® Mabel Bellante, 1995

domingo, 17 de junio de 2012

Juego 30


Tu reflejo repercute en la extensión del silencio. Sin furia y sin piedad se destruyen los muñecos opacos de mis recuerdos, y planeas entre los huecos de mi alma errante y loca, que desde el sueño presencio.
Yo, que te vi entre espasmos y soy presentimiento errado que lucha como una hoja entre tormentas inquietas buscando desenredar tus apenadas muletas, huelo fría caridad para mi esfuerzo gastado.
Esa mañana con niebla julio perforó de ausencia, con tu voz -tan poderosa- resonando bajo un brillo verde: tus ojos en mi conciencia. Hoy la asfixia me da risa [igual pego telegramas mal escritos en la espalda de los duendes de mi infancia, donde les pido que abracen tu aura de filigrana].

Se aprende más en el juego perdido que en el que se gana.


Juegos / MabelBE                                                · victoria