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martes, 12 de enero de 2021

Entre las manchas de un lugar que nunca fue


Una carta a medio escribir, manchas, un lugar que no fue. Se abre el pecho permitiendo la entrada de las voces de la calle. Las ranas duermen, vaya una a saber dónde. Queda asentado que cuando alguien tase nuestro derroche de horas y una voz rara nos advierta acerca de las insensateces cometidas, nada ocurrirá con el pecho, con las ranas, con las manchas. Y será el transcurso una contemplación de infiernos para que, por fin, resulten desconocidos o inofensivos de tan conocidos.
Aquí hay tinta derramada. Aquí hace calor. Y mientras la boca cosida quisiera ser carcajada a flor de piel, mientras el aullido ahogado de los muebles se compadece de este cansancio que se anuda a los ojos, la carta no finaliza.

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MabelBe
versión original emitida por Cemav, octubre de 2000

sábado, 9 de enero de 2021

Protagonista 02

La protagonista no puede hacer

y recarga la acción de pedido en la figura del secuaz.

Brillan las palabras delante de sus ojos,

como estrellas más fuertes

que el aire reseco que las rodea y busca apagarlas.

Brillan las palabras, la anagnórisis es un shock.

La protagonista zigzaguea

cada vez que aparece un personaje.

Son muchos los que desfilan, algunos

se detienen, otros se van para siempre.

Los une el no entender las situaciones que se viven aquí.

Viva la protagonista

negadora y sacrificada. ¡Hurra por todos 

los ingenuos personajes

que alguna vez estuvieron vivos!


                                                                                 mab·bellan / mismo·lugar

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Sobre la descripción

La Antigüedad agregó, muy pronto, a los dos géneros expresamente funcionales del discurso: el judicial y el político, un tercer género, el epidíctico, discurso de aparato, destinado a la admiración del auditorio (y ya no a su persuasión). Así, la cultura occidental asignó a la descripción la finalidad de lo "bello", y durante mucho tiempo tuvo esta función estética. En la neorretórica alejandrina se dio un fanatismo por la ekphrasis, fragmento brillante, desgajable, con un fin en sí mismo, independiente de toda función de conjunto, cuyo objeto era describir lugares, tiempos, personas u obras de arte. / El efecto de realidad. Roland Barthes.

jueves, 20 de agosto de 2020

Infancia

Para sus nueve años le regalaron un montón de libros de cuentos y de poesías. Enseguida descubrió que podía leer en voz alta algunos párrafos y versos frente al espejo viejo de la piecita del fondo. Su juego preferido era ir ahí después de almorzar. Apoyaba los lápices, papeles, libros, en la mesa de planchar mientras el sol dibujaba flashes en la pared. Cuando era la hora de la merienda, las sombras le dejaban media cara oscura. Significaba el fin de la siesta, lo siguiente era el grito de la madre llamándola. Los días de lluvia eran diferentes, el olor a tierra mojada la hacía sentar en la silla azul plegable y sentirse triste pensando en nada, sin imaginación ni ansias. En una de esas siestas fue que se le ocurrió que era la poesía esa entidad que la acompañaba, la que la hacía lagrimear. Así que pensó que podría dibujarla, y esto sería en los días nublados, sin el sol en la cara haciéndole fruncir los ojos. Su primera poesía fue a los diez años, la teatralizó en una especie de ceremonia para el Tony y el Chiche, que siempre la acompañaban -como un mágico ejemplo de la influencia de los elementos estables- moviendo la cola, alertas para empezar a jugar.

MabelBE

sábado, 25 de julio de 2020

Irrebatible

Hastiada, escuchaba la mortaja de una boca chasqueando la noche, a la que le imaginó cejas de anime malvado. Con palabras silabeantes y a la vez pastosamente tartamudas, la tipa trataba de rebatir eso de que ella había dejado abierta la puerta al salir y que por qué había salido, y que se vaya al demonio y que la culpa del mundo era suya.

MabelBE