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Dijo haber paseado por un cielo tarareado de estrellas y meteoritos. Ufanándose con los detalles de una extraña melodía en la puerta del infierno. Cuidando no mencionar gustos escondidos, su cara frente a otras caras quiso hablar sobre la ingenuidad, pero no le salieron palabras ni para una explicación fallida. Luego, sobre la nobleza, y tampoco.
Entonces, dos o tres ritmos gastados de erotismo con olor a muerte se reflejaron en sus ojos, y en el apuro por dibujarles unos versos nuevos, tapó el aire apaciguado con más estrellas y más infiernos, con meteoritos que ya no querían estar allí. Para otra vez huir, con esos cargamentos suyos, tan personales.
La espalda encorvada, ahuecada, despedazándose despacio en disimulos que yo observaba con el silencio propio del hartazgo y del dolor. Y del amor roto.
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MabelBe
uau! me llegó, me identifiqué. Que puedo decir? Excelente!
ResponderBorrarHola Naty!
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