Sabemos, como una cuerda de guitarra tirada en el olvido, sonreír extrañando cierto tipo de abrazo musical, y en él, extrañar a todos los abrazos.
Sabemos encontrarnos lejos de todo, y a la vez sufrir sobre la nada expresada por oscuridades ajenas que, de tan cercanas, ensucian, y en un colmo de martirio a veces nos las apropiamos.
Pero es en las noches de luna -mientras esperamos su salida para ilusionarnos con esas sugestiones que el ramaje de árboles dormidos nos sombrea en la cara- cuando mejor sabemos de la necesidad profunda y hacia donde ir por esa felicidad que el corazón busca.
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MabelBE